martes, 8 de noviembre de 2011

Anarcocapitalismo: la mentira intolerable

Un nuevo peligro acecha a la humanidad y nosotros sin saberlo. Menos mal que la señora Cristina Fernández alertó en Cannes sobre la amenaza que se cierne sobre nosotros: el avance del anarcocapitalismo. Este concepto, encubierto de manera semántica, no es otra cosa que la defensa de la propiedad privada a ultranza aboliendo al Estado para la creación de un mercado de comercialización exclusivo de los privados. Se maquilla la propia naturaleza del Estado que se basa en la explotación del hombre por el hombre. Nada tiene que ver con el ideal anarquista, que fue la génesis del movimiento obrero a nivel mundial.

Pero, afortunadamente, en la conferencia de los 20 miembros más poderosos del mundo, la señora tuvo la gentileza de anunciar su catastrófico vaticinio ante quienes pueden salvar a la humanidad de tan siniestro destino. Así que todos podemos dormir tranquilos porque gracias a su bondadoso gesto, los “superhéroes” evitarán la desgracia emprendiendo una cruzada para restaurar el “capitalismo en serio”.

Entendemos, entonces, que el capitalismo en serio que pregona la señora es el de los sueldos de miseria, la tercerización, la abismal brecha entre ricos y pobres, el destierro de los pueblos originarios y el saqueo de la riqueza del suelo, entre otros atentados contra la humanidad y la tierra. Efectivamente, señora Cristina, usted está proponiendo un capitalismo en serio: el que rige actualmente.

Cristina Fernández pasará a la historia no sólo por avivar un trasnochado concepto económico, sino también por reafirmar la condición de esclavitud de los trabajadores. Toda una declaración de principios de quien se jacta de encabezar un proyecto “integrador y popular”. A no ser que el pueblo despierte y se le acabe el negocio.

Estamos acostumbrados a la desvirtuación del concepto “anarquismo”, pero lo de Cannes es una vuelta de tuerca intolerable.

El anarquismo lleva dos siglos luchando por la libre organización de trabajadores de forma horizontal, un sistema económico igualitario y una sociedad sin clases. Y eso sí que es una amenaza en serio.

La anarquía es el orden sin gobierno y sin Estado; el capitalismo, cualesquiera sean sus formas, neoliberal o keynesiano, es la esclavitud. El primero, a las leyes del mercado; y el segundo, al Estado omnipotente y omnipresente. Los que defienden el keynesianismo nunca han dejado de pactar con el neoliberalismo. La anarquía es la abolición de todas las formas de capitalismo. Es la sociedad libre de productores libres. Para la anarquía, la propiedad es un robo en todas sus formas.

Federación Obrera Regional Argentina (FORA)
Adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT)
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