martes, 28 de febrero de 2012

OTRO CRIMEN DE LAS PATRONALES Y EL ESTADO EN EL FERROCARRIL:

28 de Febrero de 2012

Las tragedias no deben utilizarse para especular ni política ni
económicamente, pero deben servir para depurar responsabilidades.
Pasaron varios días desde el siniestro ferroviario en Once y pareciera
que todavía falta un chispazo para que salte la bronca.
Más de cincuenta trabajadores muertos y unos setecientos heridos con
impunidad indignante. Indignante es también una burda sospecha aprovechando la confusión inicial que apuntó a romper el hilo por su parte más delgada: un error humano del conductor, un trabajador víctima igual que los otros cientos que encontraron la muerte, al que se intentaba vergonzosamente lapidar para pasar de puntillas sobre los verdaderos responsables.

Empezará estos días la danza de acusaciones, investigaciones y citaciones de la justicia. Los próximos meses, los medios nos bombardearán con datos tan relevantes como las últimas comunicaciones de celular de la novia de uno de los pasajeros o la vida privada de cada víctima. Es posible que se cree hasta una comisión parlamentaria investigadora, que se interpele a algún ministro y que haya reacciones populares espontáneas exigiendo “que se vayan todos”. Una burbuja mediática que se deleitará en el morbo hasta que los hechos se enfríen y se pueda pasar página obviando blanquear las culpas.

El accidente ferroviario del Sarmiento pone en evidencia, una vez más,
los mecanismos instalados en los 90 con la lógica de rentabilidad, la
misma que trata a los trabajadores como ganado, que ahorra en
mantenimiento y calidad de servicio y que sigue lucrando con mano de
obra precarizada. Se suma a la desidia patronal, la de su cómplice el Estado que, lejos de supervisar el material en uso, mira hacia otro lado potenciando la mafia corrupta de las concesiones, como miran hacia otro lado los líderes sindicales cuando los trabajadores del Tren Buenos Aires (T.B.A), que llevaban meses avisando de la posibilidad de una tragedia, denuncian la falta de mantenimiento, la nula inversión y hasta el robo de rieles. Los trabajadores de base, los que día a día dejan la piel en su puesto de trabajo, saben mejor que nadie la realidad que azota al ferrocarril, pero claro, escucharlos implicaría renunciar al botín que gustosamente se reparten patronal, sindicato y políticos.

Por último, el “accidente” de Once hace palpable la avaricia capitalista que impone una centralización extrema en la región, que empobrece el interior y que colapsa Buenos Aires. La población subsidia a empresas localizadas en el área metropolitana de Capital Federal y millones de personas viajan diariamente hacinadas, en pésimas condiciones y con costos económicos y sanitarios aberrantes, a cumplir con sus obligaciones laborales. Para el sistema, las personas únicamente somos mercancía.

Sólo con la lucha organizada en la protesta, en nuestros puestos de
trabajo y en la denuncia y la acción directa contra el sistema de
transporte inhumano al que nos somete la patronal concesionaria y el
Estado, con la complicidad de la burocracia sindical, podremos evitar en
el futuro cercano otro crimen semejante. Sólo así podremos evitar que
estos asesinos nos sigan matando. Asesinos que, lógicamente, nunca
serán juzgados como terroristas (qué es lo que realmente son) bajo los
preceptos de la nueva ley que defienden, porque ellos son los que hacen las leyes y se llevan el dinero, mientras echan lágrimas de cocodrilo cuando matan a los trabajadores.

CONSEJO FEDERAL

Federacion Obrera Regional Argentina
(adherida a la AIT)

prensa@fora-ait.com.ar

jueves, 23 de febrero de 2012

A propósito de Emilio López Arango:



López Arango


Decía Emilio López Arango, en el suplemento semanal de La Protesta 1925 que: “Para crear un movimiento sindical concordante con nuestras ideas -el movimiento obrero anarquista- , no es necesario “embutir” en el cerebro de los obreros ideas que no conciben o contra las que guardan rutinarias prevenciones. La cuestión es otra. Nosotros, en oposición al concepto marxista de que la clase obrera, en razón de sus intereses económicos, forma en sí misma una entidad social homogéneo, sostenemos que el proletariado es, como fuerza revolucionaria, lo que ideológicamente representa y lo que moralmente vale”. Y continúa López Arango: “El movimiento social contemporáneo, pese al factor económico, se inspira en principios ideológicos y es, por lo que realiza y por lo que esboza teóricamente, la viva representación de los antagonismos que diariamente se suscitan en el campo de las ideas”.

Este pensamiento instaló un profundo debate en el movimiento social de la época en la Argentina. La agudeza con qué Arango lo planteó fue producto de un largo e intenso análisis que arrancó desde las bases mismas de la clase trabajadora, las costumbres y sus hábitos fueron lo que determinaron el concepto. Era un verdadero proceso de diferenciación que le dio un carácter específico en el marco de una intensa lucha ideológica. Los marxistas sostenían que ése pensamiento contribuía a dividir al movimiento obrero aún más de lo que estaba, sin darse cuenta o no queriendo asumir la realidad cotidiana que en ésa división estaba la fuerza vital revolucionaria, de que en esa concepción correspondía una metodología organizativa apoyada en medios y fines coherentes con las concepciones finalistas en la lucha de clase, y que tomaba distancia de la idea de ser una fuerza disciplinada y sometidas a las voces de los jefes de las organizaciones políticas. Los libertarios que activaban en el campo obrero estaban decididos a “crear un instrumento de acción que les permitiera ser una fuerza actuante y beligerante en las luchas por la conquista del futuro”, como sostenía López Arango con gran claridad.

Nosotros hoy, en estos nuevos tiempos, estamos convencidos que el gremialismo tendrá trascendencia y será una herramienta útil a la clase trabajadora, en la medida que se asuma como movimiento transformador de la sociedad de explotadores y explotados, e instale la conciencia colectiva de la responsabilidad de una nueva tarea histórica que se inspire en las ideas anarquistas y en las formas de organización que históricamente le diera nacimiento. Los trabajadores somos una clase económica bien determinada, porque establecemos una relación directa con la producción de bienes de uso y de cambio, pero a la vez somos heterogéneos en individualidades, en hábitos y costumbres y mucho más como individuos pensantes, con ideas y aspiraciones divergentes.

Si nuestro gremialismo es capaz de comprender la variedad de diversidades y contradicciones que conviven en el seno del movimiento obrero y asume con realismo en la cotidianeidad su proceso de lucha económica, comenzará a ser un instrumento emancipador de la minoría consciente dentro de la clase trabajadora. Como sostenía habitualmente López Arango: que para nosotros los anarquistas, la organización de los trabajadores “es una necesidad resultantes de sus condiciones económicas”. Pero esta sola condición no es suficiente para interpretar la cuestión social ni darle una solución de raíz y lógica. Esta situación específica que se da constantemente en el movimiento obrero establece con claridad que no se puede prescindir de las orientaciones ideológicas en los gremios porque son las ideas las que llenan a las organizaciones obreras de proyectos de emancipación que sepa sustituir en un momento dado de sus luchas el proyecto capitalista y su dictadura económica.

Sería un error no llevar las ideas anarquistas al seno del movimiento obrero, porque cuando muchos anarquistas renunciaban a esa tarea del momento, a la propaganda ideológica en los sindicatos y deponían esa iniciativa en función de una supuesta unidad de la clase, los políticos marxistas aprovechaban el terreno dejado de lado intencionalmente por muchos compañeros y proclamaban ellos sus ideas en la conciencia del proletariado. Los sindicatos no pueden ser organizaciones pasivas frente al capitalismo, o ir a la cola de los acontecimientos que el sistema de explotación produce, como tampoco ser sólo agentes económicos, sólo productores de valores por la transformación de la materia prima y quedar atrapado en la lógica del mercado de la oferta y la demanda sobre las fuerzas productivas.

Nosotros debemos tener una presencia y una influencia en las ideas organizativas, en los métodos acorde con los medios y los fines, para proclamar los principios libertarios de la horizontalidad en la organización, sin dirigentes ni dirigidos, donde sea el conjunto de los trabajadores o el colectivo en su totalidad el que asuma la concepción de un gremialismo inspirado en los preceptos anarquistas. Para llegar a ése gremialismo será necesario luchar contra los prejuicios de una cierta “unidad de los trabajadores” que en el terreno de los hechos no es tal y que sólo sirve esa supuesta “unidad” a las aspiraciones de ciertos dirigentes que más temprano que tarde se transforman en funcionarios profesionales de un gremialismo al servicio del sistema. La acción gremial es un medio que tenemos los trabajadores, es un instrumento que nos permite estar siempre atentos en la cuestión económica y en esa lucha nunca deben sacrificarse los principios libertarios a los medios o como mejor lo dijo Arango, “la concepción revolucionaria al instrumento que empleamos para ejercitar al proletariado” en la lucha contra la tiranía capitalista.

Desarrollar en el movimiento obrero un intenso y constante activismo partiendo desde nuestros puntos de vistas anti-jerárquicos y anti-dogmáticos, que abarque la cuestión económica, con la idea de que los trabajadores se organicen en defensa de sus intereses y que esa lucha hacia la conquista económica sea conscientemente desarrollada como un ejercicio educativo, que enseñe a cada trabajador la necesidad de la organización de base y la importancia del debate de opiniones y criterios diferentes en la cuestión económica y laboral, porque solamente desde esas experiencias adquiriremos la confianza en nuestras propias fuerzas y en la del colectivo. Los acuerdos de criterio y organización establecidos desde las asambleas nos darán la fortaleza para encarar y desarrollar las luchas con sólida confianza y lograr las reivindicaciones anheladas.

Nada enseña más y mejor que la práctica sobre el terreno de los hechos, es decir, desde el taller y la fábrica, y nada es más convincente que comprobar por nuestros propios medios, cuando los intereses son comunes y nuestras voluntades individuales están organizadas, cómo se eleva la conciencia en las luchas y cómo comprendemos mejor la importancia del activismo en cada acción emprendida. Es una cuestión eminentemente ideológica nuestra concepción sobre la organización en el mundo del trabajo, porque no parte sólo de una necesidad económica común a todos los trabajadores, sino sobre razones que van más allá de lo específicamente económico, cuestiones de afinidad en la metodología empleada para encarar la organización de base, teniendo siempre en cuenta los hábitos y costumbres sobre la práctica de la libertad de conciencia en el debate y la igualdad en las responsabilidades de la acción gremial. Nuestros compañeros precursores-fundadores de la Federación Obrera Regional Argentina supieron encarar dicha problemática con sabiduría, las cuales quedaron registradas en todos los congresos de la F.O.R.A.

Por eso, cuando Emilio López Arango manifiesta que “no es posible ganar a los trabajadores para las ideas anarquistas si se emplea el método de la neutralidad ideológica y de la no beligerancia en las luchas internas del movimiento obrero”, está tomando una posición ideológica militante en coincidencia con lo que viene desde el fondo de la historia. Estas enseñanzas están colmadas de acciones y de gestas que hoy continúan manteniendo vigencia. Es verdad, en el movimiento obrero se reflejan todas las tendencias políticas, religiosas y filosóficas, fue ayer como es hoy, como de la misma manera los trabajadores buscan en los gremios la defensa de sus intereses comunes pero a su vez interponen intereses particulares que motivan una interpretación individual de sus luchas.

“El campo social es un campo de batalla, se pelea con razones y con puños”, dice Arango, y es así, pues entonces las ideas libertarias serán proclamadas por la propaganda y la agitación y el ejemplo que cada uno de los activistas sepa transmitir al conjunto de los trabajadores. Nosotros no creemos en el clasismo como método de lucha contra la burguesía explotadora, porque luchamos para establecer una sociedad sin clases, inclusive a la clase trabajadora, que emergerá en esa nueva sociedad como productores libres. Esa es nuestra coherencia cuando hablamos y proclamamos el equilibrio entre los medios y fines, base de sustentación de todos los activistas anarquistas que desarrollamos nuestras vidas en el movimiento obrero.

Campi, 14 de octubre de 2011.

Activista-militante de la Sociedad de Resistencia de Oficios Varios

Zona Norte del Gran Buenos Aires

Adherida a la Federación Obrera Regional Argentina.

F.O.R.A. – A.I.T.


miércoles, 22 de febrero de 2012

Muerte cotidiana:

A veces creemos, o queremos creer, que las cosas pasan por casualidad o por el “destino”. Que es algo que sabíamos que sucedería, que lo “presentíamos”, pero, en realidad, era que lo habíamos estudiado, lo habíamos analizado, comparado, proyectado, etc.

Las casualidades no existen, porque quedan libradas al arbitrio de un ser superior o fin que desconocemos, o, mejor dicho, queremos desconocer.

Las causalidades existen. Cada acto tiene un motor y una consecuencia. Sean estos inmediatos o mediatos. Así, como también, pueden modificarse o evitarse. Pero todo acto está ligado con otro, así como sus consecuencias, que cuando se combinan todos estos, pueden traer innumerables variantes y desenlaces.

Miércoles 22 de febrero, y es de mañana. Estación Once de la línea Sarmiento de trenes. Una formación impactó al final de la vía provocando un nuevo desastre ferroviario en lo que va de un año. Cuarenta y nueve muertos, seiscientos heridos dicen los medios en sus carteles gigantes de color rojo. Se busca la nota con el pasajero aunque esté muy lastimado. Nada importa.

En Flores, hace unos meses, un accidente entre un tren y un colectivo. Once muertos. En Palermo, sobre el puente Pacífico descarriló el San Martín, con sus consecuencias. En Abril del 2011, en la línea mitre ocure otro descarrilamiento, etc.

Que las vías estén desniveladas, y hasta sin estar sujetadas a los durmientes (viejos), y que el tren salte y dé sacudones, no es nada nuevo. No es novedad y no espanta.

Que las barreras no bajen y que no haya banderillero, tampoco.

Que el guarda maltrate a los pasajeros y que el tren no funcione, no importa.

Que, además de pagarles a aquellos que manejan los medios de transporte, y a sus defensores políticos y sindicales, y que también manejen nuestras vidas, parece que tampoco importa. Así, como tampoco importa cuando los mismos trabajadores, quienes no sólo cumplen un horario o no se escudan tras un cargo, denuncian las condiciones laborales y del transporte.

Cuando nos importe el otro, cuando sepamos lo que es la solidaridad y el apoyo mutuo, vamos a entender que no existen las casualidades, que no hay tal “destino”. Nos daremos cuenta que merecemos respeto, que nadie puede hacer teje y maneje de nuestras vidas, que no hay que dejarse manosear, que el poder en todas sus formas y colores es lo que nos mata día a día. En ese momento, nuestros “presentimientos” van a ser certezas de que no valemos nada para aquellos que viven de nuestra sangre por lo que dejamos en nuestros trabajos, lo que nos quitan los políticos y el periodismo cuando necesitan de nosotros muertos o como chivos emisarios.

Cuando comprendamos esto, nadie va a atreverse a quitarnos un átomo del fuego de nuestras vidas.

¡VENGANZA POR LAS VICTIMAS DE ESTE SISTEMA ASESINO!


Hernán.


martes, 14 de febrero de 2012

Cita:

El mejor exponente de la filosofía anarquista en la antigua Grecia fue Zenón (342-267 o 270 a. C.), cretense, fundador de la escuela estoica, que opuso una concepción clara de comunidad libre sin gobierno a la utopía estatista de Platón. Repudió la omnipotencia del Estado, su carácter intervencionista y reglamentador, y proclamó la soberanía de la ley moral del individuo, subrayando ya que, aunque el necesario instinto de autodefensa lleva al hombre al egoísmo, la naturaleza ha proporcionado un correctivo dando al hombre otro instinto: el social. Cuando los hombres sean lo bastante razonables para seguir sus instintos naturales, se unirán por encima de las fronteras y constituirán el Cosmos. No necesitarán ya tribunales de justicia ni policía, no tendrán templos ni cultos públicos, no utilizarán moneda alguna: habrá donaciones libres en vez de intercambios.
Por desgracia, no han llegado hasta nosotros las obras de Zenón y sólo conocemos citas fragmentarias. Sin embargo, el hecho de que su misma formulación sea similar a la formulación utilizada hoy, muestra hasta qué punto es profunda la tendencia de la naturaleza humana de la que fue portavoz.

Definición de Anarquismo para la Enciclopedia Británica, de Piotr Kropotkin

viernes, 3 de febrero de 2012

Citas...

“La libertad no es hija del orden sino su madre”.

Proudhon, citado por Ángel Capelletti


“… no hay ningún otro sistema sino el de la república como una comuna, la república como una federación, una república genuinamente socialista y popular: el sistema del Anarquismo.”

Bakunin, Socialismo sin Estado: el Anarquismo


“El bienestar de todos como fin; la expropiación como medio”.

Kropotkin, La conquista del pan


… cuando algunos creyeron que la causa fundamental del mal era la lucha entre los hombres con el consiguiente dominio de los vencedores y la represión y explotación de los vencidos, cuando vieron que este dominio de unos frente a la sumisión de otros, a través de la historia, había provocado la propiedad capitalista y el estado, entonces nació el anarquismo”.

Errico Malatesta