Léame con voz indignada, con el grito acumulado en la garganta a punto de salir como torrente violento. Léame con dulzura, con mi alma enamorada acariciando lo más suave posible la piel de la madre de mi hijo y la de él. Léame llorando y riendo, sensible a todo lo malo y bueno sin escapar un segundo de esta vida.
O no lo haga y solo lea palabras sueltas, códigos mezclados infértiles, tinta y tiempo desperdiciado. Mi alma no sale de mí para ser vista, sale para oler la libertad.
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2 comentarios:
Ya se lo dije señor. Muy bueno.
¿No querés ser mi papá?
Es joda y seguí escribiendo, father.
Hernán.
Repasando el silencio.
Sanca hizo milagros, lastima que esté tan oxidado.
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