miércoles, 15 de julio de 2009

Alejandro Jodorowsky

IV

¿Es necesaria la ebriedad para soportar la vida?

Emborracharse produce una gran alegría emocional, pero el alcoholismo es horrible. Puede ocurrir que bebamos de manera esporádica como escape o diversión, pero no es necesario. Pienso que la gente inteligente tiene que abrir las puertas de la percepción, pero no hace falta que lo haga como hizo Timothy Leary, que convirtió su mundo en ebriedad, se hizo adicto y murió drogado, sin ser él mismo.

Una cosa es romper con tus propios límites y otra, evadirte. No recomiendo a nadie que se evada, no hago apología de esa ebriedad escapista. Ni siquiera recomiendo la marihuana, porque es un prozac generoso, un calmante, pero no es bueno estar sedado todo el día.


¿Y tomar hongos al menos una vez en la vida?

Eso es distinto. La experiencia que produce te acerca a la metafísica y a la mística. Cuando se fuma marihuana por primera vez, también se abren los sentidos: enseña a comer bien, a oler bien, a sentir bien la música. Pero basta una o dos veces para aprender. Si no, acaba creando un ejército de necios

sensuales y perezosos que se sienten genios, así como el alcoholismo acaba volviendo a la gente violenta, y esto de poco sirve.


¿Habría llegado usted a ser como es sin haber tomado sustancias alucinógenas?

Yo no he llegado a nada. ¿Adonde he llegado? (Se levanta y gira sobre sí mismo.) No se llega. En mi caso, necesité tomarlas en un momento dado, hacia los 40 años, cuando iba a hacer La montaña sagrada y tenía que interpretar a un maestro. Necesitaba saber cómo era la mente de un sabio. Yo no tenía esa mentalidad, y percibía mis límites. Entonces contraté a un gurú, Oscar Ichazo, que fue uno de los creadores de la moda del eneagrama y el maestro de Claudio Naranjo. Le pagué diecisiete mil dólares para que me diera un LSD y me guiara. Era un ácido puro, un polvo que disolvió en zumo de naranja. Una hora más tarde me dio un cigarro de marihuana. La primera toma duró ocho horas, pasado un tiempo volvimos a tomar. Fueron dos sesiones en las que aprendí mucho y rompí mis propios límites. Yo creo que estas experiencias no deben hacerse por espíritu festivo, tampoco solo ni en compañía de gente que no haya alcanzado un alto nivel de conciencia. Puede ocurrir que durante la toma veas a esa gente como a demonios. Ésta es la explicación de por qué tomé este tipo de drogas. La consecuencia es que me abrió la mente y me sirvió para demostrarme hasta dónde podía llegar. Gurdjieff decía que las drogas son para eso: tú estás en el sótano de un edificio y la droga te hace subir a la terraza de golpe. Estás en el garaje y te hace saltar cincuenta pisos. Ves todo el horizonte, toda la ciudad, y cuando vuelves, te das cuenta de que para llegar de nuevo arriba tienes que trepar todos los pisos tú solo, sin drogas.


(Alejandro Jodorowsky - Psicomagia)

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