viernes, 20 de junio de 2008

Hijos del vacío (En relación con "Bola de nieve en el desierto")

Antes de siquiera intuirlo, todo es. Y los Dioses del todo es nos predican: "Todo es porque todo fue" Lejos de la verdad y a años luz de saberlo, me fundo en su universo al paso que estos me van absorviendo. La fórmula del lugar parece lógica y convincente, y lo poco que no engloba es englobado por otra que explica: "Lo que no pertenece, no es necesario que lo haga"


Así pues, su matemáticas tendrá sentido hasta que nuevos razonamientos salgan sin previo aviso de mi, hasta el momento, fusionada existencia. Algo comienza a separarme del todo es, algo me centraliza y me da un poder protagónico basado en mi nuevo axioma: "Todo es porque yo soy". Todo es donde yo soy. Ahora soy el Dios y puedo absorver a mi universo a los demás. Las fórmulas que cada Dios establezca en su universo son reales en él, pero la nada se encuentra por ensima de todo lo que es. Lo que no es, es real antes de lo que es. Es, quizá, más real. En todo caso, es una realidad omnipresente que baña todos los universos y todas las fórmulas posibles. Y la imagen más identificable de la nada en nuestro universo lleva un nombre: Amor.


Y es este punto sobre lo que quería escribir originalmente. Nos sentiremos débiles y hasta abatidos cuando todas nuestras fórmulas del amor fracasen. Cuestionaremos nuestro propio protagonismo, lo entregaremos, lo negaremos, navegaremos por interminables caminos erróneos hacia el conocimiento de la nada, la nada madre del amor y de universos opuestos e incrédulos. Nos toparemos irremediablemente con fórmulas que relacionen la belleza física, la inteligencia, el carácter y ,en los casos más alejados de la realidad, el dinero; entre sí y con el amor. La seguiremos utilizando por mucho que la intuyamos equivocada, por infelices que seamos, mientras los cálculos den correctamente. Pero hasta un punto. El tercer punto de nuestra evolución en lo que es: Primero nos fusionamos con él. Segundo los dominamos y nos volvemos su Dios. Y ahora empezamos a eliminarlo. Ahora empezamos a entender que lo más significativo en nuestro universo no se apega a fórmula alguna. Que jamás nació y es libre como el espacio que vemos extenderse infinitamente en infinitas direcciones. Ahora empezamos a fusionarnos con él, empezamos a disfrutarlo, a amar porque amamos y porque es hermoso.


Sobre este punto vamos a situarnos durante el resto de nuestras vidas. Nos acercaremos más o menos a la légitima realidad del vacío, pero no vamos a experimentarlo plenamente sino hasta el 4to punto, donde se desmorona nuestro universo. Donde la nada omnipresente nos arrasa, nos vence y demuestra que tenía más razón que nosotros. Su poder infinito nos devora con la muerte, y el vacío más coherente prevalece para siempre.

César

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