jueves, 24 de abril de 2008

"Némesis":

Cuando hablamos de sociedad siempre se hace de una manera muy "global". Esto es así, porque integramos dentro del término "sociedad" elementos que, realmente, no forman parte de ella. Y hasta son contrarios.
Este es el caso de las instituciones. Donde el primer puesto, sin dudas, lo ocupa el Estado. Que, "sin querer", muchos lo integran a la primera pero con un determinado fin: Seguir inculcando esta unión inseparable ESTADO/SOCIEDAD y su moral, que en este caso será llamada patriotismo.
Así a muchos les cuesta creer o, mejor dicho, apenas pensar un mundo sin Estado. Es la manifestación propia de un miedo inculcado y el "respeto" a determinadas autoridades (Desde hacer reverencias a tener que pagar un "tributo casual", o como se dice aquí: coima.) que sí influye en la sociabilidad de las personas, teniendo que reconocer su renuncia a parte de su vida para el completo bienestar de otros. Sin siquiera saber quiénes son estos últimos y si estarían dispuestos a hacer lo mismo.
De esta manera, se degenera a la sociedad como tal y los mismos individuos que formarán parte de las instituciones dejando de lado todo vestigio de humanidad. O, tal vez, realzando todos los errores que son comunes, pero potenciados con un determinado fin nada social. Como lo diría Bakunin: Hasta el presente toda la historia humana no ha sido más que una inmolación perpetua y sangrienta de millones de pobres seres humanos a una abstracción despiadada cualquiera: Dios, patria, poder del estado, honor nacional, derechos históricos, derechos jurídicos, libertad política, bien público. Tal ha sido hasta hoy el movimiento natural, espontáneo y fatal de las sociedades humanas. No podemos hacer nada ahí, debemos aceptarlo en cuanto al pasado, como aceptamos todas las fatalidades naturales. Es preciso creer que, ésa era la única ruta posible para la educación de la especie humana. Porque no hay que engañarse: aun cediendo la parte más grande a los artificios maquiavélicos de las clases gobernantes, debemos reconocer que ninguna minoría hubiese sido bastante poderosa para imponer todos esos terribles sacrificios a las masas, si no hubiese habido en esas masas mismas un movimiento vertiginoso, espontáneo, que las llevase a sacrificarse siempre de nuevo a una de esas abstracciones deboradoras que, como los vampiros de la historia, se alimentaron siempre de sangre humana.1
También no se nos pueden escapar conceptos tan erróneos y realmente escalofriantes como: "integración" (Mantensión del status quo por medio de limosnas), "raza nacional" (sin palabras) y, por último, una de las mas grandes aberraciones hacia el arte, los llamados "poetas nacionales" (muchas veces nombrados así, sin saberlo, por haber muerto o, en el caso contrario, mercenarios aduladores). Así este virus llamado Estado se nos inocula como si fuera el antídoto a todos nuestros males personales y colectivos. "Nuestros" por hacernos cargo, pero de origen ajeno a toda sociedad.
De aquí se desprende el lema de todo Estado que gobierna "por y para el pueblo". Donde el gobierno emana de la "voluntad del pueblo". Por esto, Bakunin nos dice:
No se trata, por tanto, de un conjunto viviente que proporcione a cada uno la oportunidad de respirar libremente y que llegue a ser más rico, libre y poderoso cuánto más amplio resulte el desarrollo de la libertad y la prosperidad de todos en su seno. No es una sociedad humana natural que apoye y refuerce la vida de cada una mediante la vida de todos. Al contrario, es la inmolación de todo individuo y de las asociaciones locales; es una abstracción destructiva para una sociedad viviente; es la limitación, o mas bien la negación completa de la vida y los derechos de todas las partes que integran el conjunto con arreglo al supuesto interés de todos. Es el Estado el altar de la religión política donde se inmola siempre la sociedad natural: una universalidad devoradora que subsiste a partir de sacrificios humanos, como la Iglesia. El Estado, lo repito otra vez, es el hermano menor de la Iglesia.2
Pero, además nos advierte algo sobre la libertad: Se alegará que el Estado, representante del bien público o del interés común a todos, suprime una parte de la libertad de cada uno para asegurar la parte restante de esta misma libertad. Pero este remanente será como mucho seguridad, en ningún modo libertad. Porque la libertad es indivisible; no es posible suprimir en ella una parte sin destruirla en su conjunto. Esta pequeña parte de libertad que está siendo limitada es la esencia misma de mi libertad, es todo. Por un movimiento natural, necesario e irresistible, toda mi libertad se concentra precisamente en esa parte que está siendo reprimida, aunque sea pequeña.3
Para finalizar, debe mensionarse que toda autoridad se basa principalmente en el miedo, latente o no, pero esta es una de las reacciones más naturales y humanas, al igual que la furia y la defensa misma.

Hernán.


1.Mijail Bakunin,"Dios y el Estado", p.32, Ed. ¡Libert(a)d!
2.Mijail Bakunin,"Sobre el capitalismo, el Estado y la Democracia", p.16, Ed. ¡Libert(a)d!
3.Idem,p.19.








1 comentario:

César dijo...

Por mucho q te covenga no nos abandones para crear tu blog pepin. Los amigos importamos mas que la plata y que salvar a toda la humanidad con tus pensamientos. AL FIN algo tuyo que puedo entender XD, como ya te dije, me metiste en un tema que nunca le di importancia. Siempre pensé q no tenia caso opinar de esto sin ser gran conocedor de la historia y la política, pero me demostraste lo contrario. Gracias. Dulce.

PD: Como fan del rey leon tu posteo es un insulto. El día que un león nos domine a todos van a conocer la felicidad anarquistas de mierda. Metete el Hakuna matata en el orto